Nuestra Historia

La historia de mi familia

La historia de CASA VAL es la historia de mi familia, los Val-Mayoral, que en el año 1946 abrieron un pequeño negocio de la mano de mis abuelos: Saturnino Val e Isidora Mayoral.

 

La carnicería estaba ubicada en la calle Joaquín Costa, 10, lugar que compartía espacio con el domicilio familiar y en el que vivían además de mis abuelos, sus hijos, Antonio, Carmita y Jesús Sebastián. La carnicera era de mi abuela, mientras el abuelo se encargaba de la matacía y le proporcionaba el género para vender. Las buenas lenguas del pueblo dicen que el matrimonio se quería tanto que al año de fallecer mi abuela también lo hizo mi abuelo, por lo que el negocio se cerró en el año 1963.

 

 

1970

La segunda generación

Sería mi padre, el menor de los tres hermanos, Jesús Val, quién en 1970, tras volver del servicio militar, reabriría el negocio que compartiría con su pareja y, poco después, esposa: Conchita Castillo. El local donde se ubicó la carnecería J.Val ya se encontraba donde está ahora, en la Avenida Galoponte 6, solo que aquel primer negocio era en un local de alquiler del que, después de muchos años y duro trabajo, se hicieron propietarios. Allí empezaron los cimientos de los Val-Castillo que poco a poco construyeron su casa y su familia.

 

 

De la mano de Jesús y Conchita el negocio se extendió sirviendo su género a restaurantes y ampliando también el mercado de alimentos: salchichas, longaniza, bolas y morcillas, ternera… Durante muchos años el obrador se situó en los bajos del domicilio familiar donde con mimo, tiento, buen humor y un enorme cariño fueron realizando la elaboración de sus productos, tenían como ayuda adicional la colaboración de un grupo de mujeres: Concha, Carmen y después, Amparo, mientras en la matacía contaba con la ayuda de Ángel y Alfredo.

 

 

NUESTRA VIDA

Nuestro origen

Todos y cada uno de nosotros hemos formado parte, en algún momento de nuestra vida, de esta historia, haciendo mondongo, cobrando a los clientes o haciendo sustituciones cuando mis padres estaban de vacaciones, labor esta última, que casi siempre  desempeñaba su hermana, mi tía Carmita y un gran carnicero y amigo de la familia llamado Pepe. A lo largo de esos años la carnecería creció como lo hicimos nosotros. 

 

En noviembre de 2004, mi padre muere repentinamente. Mi familia en esos duros momentos se debate entre continuar con el negocio o cerrar. Para mí cerrar no solo era una palabra, no solo era un acto al que las circunstancias nos llevaban, para mí era tirar por la ventana años y años de duro trabajo, mucho esfuerzo y sobretodo los sueños por los que mi padre se ponía cada día detrás del mostrador con su característica sonrisa. Así que con la incansable ayuda de mi gente, de Sergio, Gloria y sobretodo de mi madre y de mis hermanos Raquel y Jesús, decidí armarme de valor y volver a abrir la persiana de Casa Val.

 

ACTUALIDAD

Creciendo sin perder nuestra esencia

 

Hoy en día y tras varios años, continúo el negocio acompañado en cada paso de mi mujer Laura. Con ella hemos dado una vuelta a la tienda ampliando nuestros servicios; comida preparada, reparto a domicilio, variedad de elaborados cárnicos, entre otros.

 

Esta casa tampoco sería lo que es sin sus trabajadores. En el año 2017 se incorpora Fernando a la plantilla y unos años después María José.

 

Y por supuesto, me quedáis todos vosotros que ayer, hoy y mañana seguiréis traspasando las puertas de nuestra casa para seguir formando parte de nuestra historia.

 

Con deseos de que todas las historias tengan un final feliz…